Los Bajau: la tribu genéticamente adaptada para resistir bajo el agua

Durante cientos de años, los Bajau, conocidos como «gitanos del mar», viven en el mar en el sudeste asiático. La selección natural, los adaptó para convertirlos genéticamente en los buceadores más fuertes y con mayor resistencia. Alrededor de un millón de personas, en Malasia, Indonesia y sur de Filipinas, viven de los mariscos que recolectan del fondo del mar.

Una de las autoras del informe, Melissa Ilardo, investigadora de la Universidad de Copenhagen, dice: «Los Bajau han estado viviendo probablemente por miles de años en botes, viajando de un lugar a otro en aguas del sudeste asiático, visitando ocasionalmente la tierra», y agrega: «Todo lo que necesitan lo obtienen del mar».

La ciencia explica esta capacidad

Estudiando su estilo de vida, los investigadores descubrieron, que los bazos de los Bajau, son más grandes que los de la mayoría de las personas.
Para realizar la comprobación, la doctora Ilardo se valió de un ecógrafo portátil, y les solicitó a los nativos que le permitieran examinar sus bazos.

Al realizar la prueba, pudo comprobar que, todos los integrantes de la tribu (buceadores y no buceadores), tenían un tamaño similar. Pero grande fue la sorpresa, cuando se comparó las de un grupo de granjeros vecinos, llamados Saluan, al ver que eran un 50% más grande que el promedio. A su vez, aparentemente también hallaron una base genética, para explicar esta diferencia.

Miembro de la tribu Bajau buceando
Miembro de la tribu buceando

El buceo libre y su impacto en el organismo

En el libro Primo Viaggio Intorno al Globo Terracqueo, el explorador veneciano Antonio Pigafetta relató en el siglo XVI, las increíbles capacidades de inmersión de los bajau.
Aunque el tamaño del bazo tenga un papel preponderante en la capacidad para bucear, existen otros factores implicados, de acuerdo a lo expresado por Richard Moon, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke, que se dedica al estudio de la respuesta orgánica del cuerpo humano, tanto a la profundidad extrema, como a la elevada altitud.

Al respecto manifiesta que, al sumergirse a grandes profundidades, los vasos sanguíneos de los pulmones pueden estallar. Esto se debe a la presión ejercida al llenarse con más sangre que la que pueden soportar. Por lo que, el entrenamiento ayudaría a evitar ese efecto, además, de las adaptaciones genéticas.

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Ese entrenamiento sumado al tamaño del bazo, permitiría que tengan más oxígeno en la sangre, para poder bucear sin tanques y sin máscaras.

La pesca, una de sus especialidades
La pesca, una de sus especialidades

La función del bazo en Los Bajau

La doctora Ilardo dice al respecto: «Cuando bucean a su manera tradicional, lo hacen varias veces durante unas ocho horas por día. Pueden ser desde 30 segundos hasta 13 minutos aproximadamente y bucean a profundidades de más de 70 metros» (sic). Para sumergirse a esa profundidad utilizan cinturones con peso e improvisadas antiparras de madera.

También describe la función del bazo de la siguiente manera: «El bazo es el reservorio de glóbulos rojos oxigenados, entonces cuando se contrae aporta más oxígeno. Es como un tanque biológico de buceo» (sic). Además, agrega: «Hay una respuesta humana que se dispara al contener la respiración y sumergirse en el agua» (sic).

Finalmente manifiesta: «El ritmo cardíaco se desacelera, se produce una vasoconstricción periférica. Es decir, que los vasos sanguíneos se contraen en las extremidades para preservar la sangre oxigenada para órganos vitales y lo último es la contracción del bazo» (sic).

Un pueblo amenazado

Sin entrar en detalles técnicos, ni académicos, estas son, a grandes rasgos, las razones por las que los bajau pueden realizar las proezas submarinas que desarrollan.
Lamentablemente están marginados, al igual que la misteriosa tribu de ojos azules, y no gozan de los mismos derechos que los habitantes de Indonesia (la isla principal). Además, están amenazados por la pesca industrial, hecho este, que dificulta su subsistencia.

La principal preocupación de la doctora Ilardo, es que, sin apoyo de las autoridades locales y sin estímulos a su sistema de vida, los bajau poco a poco, van abandonando el mar. Eso podría desembocar, en la pérdida de una fuente de información para la ciencia, sobre las adaptaciones que puede sufrir el ser humano, para cambiar y mejorar las condiciones de salud de la especie.

José De Marco
Redactor de Actualidad. Es corresponsal de Pueblos Asturianos en Asturias y colaborador de Ilusión Viajera. Antes pasó por distintos diarios argentinos y medios locales como el Diario La Nación. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Buenos Aires.

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