Imaginese dando un baño lleno de adrenalina desde el borde de la atmósfera. Pasas por monumentos icónicos mientras desciendes: la Estatua de la Libertad a 106 metros, luego la Torre Eiffel a 316 metros y hasta el imponente Empire State Building a 411 metros. Atrapa la respiración, porque incluso el altísimo Burj Khalifa, de 675 metros de altura, desaparece en la insignificancia a medida que continúa su viaje hacia abajo.
Bienvenido a las insondables profundidades del Atlántico, donde se encuentran ahora los restos del Titanic y posiblemente del submarino Titan.
Ahora, ha alcanzado los 3.800 metros, casi cuatro veces la altura del edificio más alto del mundo. En este punto, incluso el Gran Cañón, alcanzando los 1.828 metros en su punto más alto, parece más un rasguño en la superficie que el majestuoso abismo que conocemos y amamos.
Apropiadamente retratadas por el español MetaBallStudios, estas animaciones encapsulan maravillosamente la grandeza y la admiración de este mundo submarino. Los gigantes habituales de nuestro mundo se ven disminuidos por la magnitud absoluta de la profundidad del océano: nuestro sentido convencional de la escala simplemente se desmorona.
Es esta vertiginosa profundidad la que está en el centro de una carrera de alto riesgo contra el tiempo, mientras los expertos luchan por localizar al submarino Titán, con su preciosa carga humana de cinco almas.
Mientras mantenemos los dedos cruzados para un resultado feliz, estos visuales sirven como un recordatorio del poder misterioso e indomable de las profundidades del océano. Es un mundo donde nuestros rascacielos se pueden tragar sin dejar rastro y donde los submarinos pueden desaparecer en el abismo azul. Entonces, la próxima vez que mires un hito imponente, recuerda: el océano es aún más profundo.
