Desde tiempos inmemoriales, los científicos ignoraron la existencia de neuronas en el corazón, pero recientemente se descubrió que alberga unas 40,000 neuronas especializadas, o neuritas sensoriales, que conforman una red de comunicación dentro del corazón.
Estas células envían información neuronal al cerebro, y tienen la capacidad de percibir, recordar, aprender y tomar decisiones. Esta circunstancia se relaciona con el viejo dicho. «es una decisión tomada con el corazón», especialmente cuando del amor se trata.
Sustento científico
Un equipo de investigadores de la Universidad de Montreal, liderados por J. Andrew Armour, descubrió que, entre el cerebro y el corazón, existe una íntima relación. Además, que el órgano rector del sistema circulatorio, es mucho más que un músculo que late, sino que, también, es un pequeño cerebro con inteligencia.
Hay ciertas emociones, que el cerebro no puede comprender, es entonces que el cerebro del corazón, se las traduce. Por ejemplo, ante una situación de estrés extremo, el corazón detecta esa circunstancia y le solicita al cerebro más adrenalina, para hacer frente al evento. Es decir, el corazón puede modificar la manera de enfrentarnos a ciertas situaciones o sentimientos e incluso cambiar nuestra personalidad.
Al respecto el doctor Armour manifiesta: El «cerebro del corazón» es una intrincada red de nervios, neurotransmisores, proteínas y células de soporte similares a las que se encuentran en el cerebro propiamente dicho» (sic).
El campo magnético del corazón es más fuerte que el del cerebro
Sabemos que la actividad cerebral se basa en transmitir corrientes eléctricas. Ahora bien, el campo magnético del «cerebro del corazón», es 5000 veces más potente que el del cerebro propiamente dicho.
Dicho de otra manera, la comunicación energética del corazón puede extenderse entre dos y cuatro metros alrededor del individuo, haciendo que quienes están dentro de ese radio, perciban la información que emiten los neurotransmisores, fotones o tensiones mecánicas del órgano cardíaco.
Estas emisiones cambian de acuerdo al estado emocional, y se hacen más fuertes con las emociones negativas, como ser: la desconfianza, la ira, el estrés o la frustración. A la vez, las ondas cerebrales se sincronizan con estas variaciones del ritmo cardiaco (es como que influye en el pensamiento). Como consecuencia de esto se concluye que, el amor del corazón, es un estado de conciencia inteligente, no una emoción.
Cómo se comunica el corazón con el cerebro
Durante los años 60 y 70 del siglo pasado, John y Beatrice Lacey investigaron la forma de cómo se relacionan el cerebro y el corazón, dando los primeros pasos en la neurocardiología.
A través de su investigación, observaron, que el corazón tenía su lógica particular, la cual difería del cerebro del sistema nervioso central; era como si tuviese su mente propia. Además, el cerebro recibía mensajes del corazón y los obedecía, aun cuando podían afectar el desempeño, las percepciones y el comportamiento de las personas.
El corazón dispone de un mecanismo y una vía neuronal, por la cual puede inhibir o activar la actividad eléctrica del cerebro. La comunicación entre el cerebro y el corazón, es bidireccional y continua, influyéndose constantemente el uno al otro, haciéndolo de cuatro maneras principales:
- Comunicación neurológica (sistema nervioso).
- La comunicación bioquímica (hormonas).
- Comunicación biofísica (onda de pulso).
- La comunicación energética (campos electromagnéticos).
Ahora que lo sabes, comprenderás porque existe una milenaria afirmación que dice: «esta decisión tengo que tomarla con el corazón, y no con la cabeza». Sin embargo, la otra cara de la moneda: cuando una persona es fría, calculadora y malévola, se dice: «No tiene corazón».