En la historia prehispánica de México, se encuentra un misterio peludo que ha intrigado a historiadores y amantes de los animales por igual: ¿Qué perro es el techichi? Esta pregunta evoca la exploración de una raza canina extinta que una vez fue un símbolo de compañerismo y espiritualidad para las antiguas civilizaciones mesoamericanas.
Los techichis, con su carácter dócil y su importancia cultural, no solo eran simples mascotas; también desempeñaban roles significativos en la vida cotidiana y en las creencias espirituales de aquellos tiempos antiguos. A través de esta investigación, vamos a meternos en el mundo de los techichis para descubrir qué los hacía tan especiales y cómo su legado perdura en la historia y la cultura mexicanas.
¿Qué perro es el techichi?
Los techichis, conocidos por su temperamento dócil y pasivo, eran compañeros ideales para los toltecas y otras civilizaciones precolombinas. Su presencia no solo se limitaba a ser mascotas; también desempeñaban un papel crucial en el trabajo agrícola y en el transporte de cargas ligeras.
En lengua náhuatl, «techichi» proviene de «telt» que significa piedra, y «chichi», que significa perro. Este nombre refleja su estrecha conexión con la cultura y las tradiciones de la época. Además de su utilidad práctica, los techichis eran vistos como guías espirituales que acompañaban a las almas hacia el inframundo, como lo evidencian los restos encontrados en tumbas humanas.
El legado viviente
El misterio de su extinción
La desaparición del techichi sigue siendo objeto de debate entre los historiadores y los amantes de los animales. Algunos sugieren que la incapacidad de adaptarse a los cambios ambientales contribuyó a su extinción, mientras que otros apuntan a la influencia de los colonizadores españoles, quienes habrían comercializado a estos perros como alimento durante épocas de escasez de ganado. Es por ello que se ha vuelto tan importante tener conocimiento sobre las enfermedades respiratorias típicas de perros, y así poder contribuir a su cuidado.
A pesar de su desaparición física, el techichi vive en la memoria colectiva de México. Sus representaciones adornan monumentos y reliquias en todo el país, recordando su papel único en la historia y cultura mexicanas. Desde el monasterio franciscano de Huejotzingo hasta los relatos transmitidos de generación en generación, el legado del techichi perdura como un testimonio de la profunda relación entre los humanos y los animales a lo largo de la historia.