La extraña investigación comenzó el 26 de junio de 1931, y fue publicada en 1933 bajo el título «The ape and the child» (El mono y el niño). Ese día el psicólogo Winthrop Niles Kellogg y su esposa Luella Dorothy Kellogg iniciaron un experimento, que recibió muchas críticas, dado que, dejó terribles secuelas en su hijo y en el animal. Además, posteriormente fueron acusados por haberlos sometido a tan cruel experiencia.
Comienzo de la investigación
El matrimonio Kellogg tomó una pequeña hembra de chimpancé de poco más de siete meses, y la llamó Gua. Durante nueve meses, fue «educada» junto a Donald, el pequeño hijo de ambos, que en ese momento tenía nueve meses. Donald y Gua fueron criados como hermanos, siendo alimentados, jugados, vestidos, bañados, tratados y hablados de la misma manera.
La pequeña primate, se «humanizó» rápidamente, llegando incluso a aprender con más facilidad que el hijo de los científicos. Acatando órdenes, comiendo por sí sola, a bañarse, a caminar erguida, y a dar besos a otras personas.
El niño, por otra parte, se comportaba como un chimpancé, como emitir aullidos, gruñir o llevarse todo a la boca para probar de qué se trataba. Además, tuvo dificultad en la comunicación y padeció de un retraso en el lenguaje. Fue tal la simbiosis de ambos, que Donald comenzó a ver a Gua como si fuera su hermana.
Objetivo de la investigación
El objetivo de la investigación, era determinar los patrones de comportamiento de Gua, si era tratada bajo el efecto de los entornos sociales y psicológicos humanos. Para ello fueron sometidos a las pruebas desarrolladas por el psicólogo y pediatra estadounidense Arnold Gesell, para niños en edad preescolar.
Se dividió en varios capítulos: salud, alimentación y sueño; similitudes y diferencias básicas; aprendizaje, memoria y reconocimiento; destreza, movimientos de brazos y caminar; comportamiento inteligente, comunicación y lenguaje, los sentidos; juego; comportamiento social y afectuoso; comportamiento emocional.
Resultado de la experiencia
Pasados nueve meses de convivencia, los resultados fueron desalentadores, ya que, Gua terminó por acatar órdenes y seguir directrices mucho mejor que su «hermano» Donald y el pequeño acabó por desarrollar conductas propias de un chimpancé.
Paradójicamente, Donald se dedicaba a imitar o reproducir aquello que la pequeña chimpancé hacía. En cambio, Gua era capaz de descubrir antes que Donald las funciones y utilidades de los objetos mostrando una mejor interpretación de los diferentes juegos y tareas que realizaban.
Este fue uno de los motivos por los cuales, Kellogg detuvo el experimento tras nueve meses de pruebas. En consecuencia de ello, Gua fue devuelta al zoo de Orange Park, lugar del que provenía y al que no pudo re-adaptarse, muriendo al año siguiente.
Por su parte Donald, que al terminar el estudio tenía 19 meses, apenas pronunciaba un reducido número de palabras. Si bien con el tiempo, su capacidad de comunicación mejoró, incluso de adulto, realizó estudios en psiquiatría. Se suicidó en 1973 a los 43 años, desconociéndose la razón por la que tomó esta decisión.
Conclusiones del estudio
Al término del estudio, se concluyó que las habilidades de raciocinio e inteligencia de un niño, en sus primeros años de vida, pueden ser comparables a la inteligencia de un chimpancé. Sin embargo, a través del tiempo, los humanos desarrollan un nivel de habilidades e inteligencias superiores a la de los primates.
Por otra parte, Gua, durante los primeros meses de vida, tuvo la capacidad de desarrollar un lenguaje humano (pese a que fisiológicamente no estaba capacitada). Además, se mostró hábil para realizar herramientas simples, pero que la capacidad de ideación, se encuentra a años luz de la de los humanos. Sin duda, este fue uno de los experimentos con chimpancés más polémicos de la historia.