Recientemente, en el inicio de la página de Google, apareció la imagen de un extraño personaje, que nos instaba a que nos lavemos las manos, como una de las maneras de evitar la pandemia causada por el coronavirus.
Este hombre con un enorme bigote, calvo, con ojos pequeños y vestido a la usanza del siglo XIX, fue Ignaz Philipp Semmelweis. Un médico húngaro que trabajaba en una sala que tenía cinco veces más alta la tasa de mortalidad, que la sala donde solo atendían matronas.
¿Quién fue este médico que sentó las bases de la asepsia?
Durante 1847, realizó un experimento en la sala de maternidad del hospital de Viena, descubriendo las maravillas de la práctica higiénica, ya que durante esa época a los médicos les importaba poco lavarse las manos. Como lo expresó Google: Semmelweis ha informado a «generaciones más allá de la suya que lavarse las manos es una de las formas más efectivas de prevenir la propagación de enfermedades».
Como hizo el descubrimiento
Lo primero que notó fue que, en el pabellón atendido por parteras, había un dos por ciento de muertes por fiebre puerperal. Sin embargo, en el que era atendido por hombres y estudiantes, el porcentaje de fallecimientos ascendía a niveles de entre el 13 y el 18 por ciento. En consecuencia de ello, comenzó a investigar el motivo.
Ahora bien, frente a esta realidad surgió esta pregunta: ¿qué es lo que estaban haciendo mal los hombres en comparación con las parteras?, la respuesta surgió de manera sorprendente: fue a raíz de la muerte de un médico. Lo que parecía ser un caso de fiebre puerperal, que accidentalmente se cortó con un bisturí, durante la autopsia de una paciente que había fallecido por esa causa.
Las palabras de Semmelweis
Al respecto Semmelweis dijo: «Los dedos contaminados son los que conducen las partículas cadavéricas a los órganos genitales de las mujeres encinta. Sobre todo al nivel del cuello uterino» (sic). Según el doctor Perlow, allí comprendió que, los médicos al realizar las autopsias y luego asistir partos con las manos infectadas, transmitían la enfermedad a las madres cuando daban a luz.
Cuál fue la solución que propuso
Si bien en ese momento se desconocía la acción de las bacterias, el suponía que, en los dedos de los médicos, se acumulaba materia orgánica en descomposición. Es por ello que exigió que antes de atender a las pacientes, los médicos debían lavarse las manos con una solución de cal clorada.
Transcurridos unos meses, la mortalidad descendió, hasta llegar a los mismos niveles que se registraban en las salas asistidas por personal femenino.
Desacreditado y perseguido
Lamentablemente, en esos tiempos se creía en la «teoría del miasma», que consistía en suponer que las enfermedades se propagaban a través de los olores y los colegas de Semmelweis comenzaron a decir que su teoría era una locura. Además, acusó a sus superiores de causar la muerte de decenas de madres.
En consecuencia de ello, fue despreciado y ridiculizado, hasta que finalmente en 1849 fue despedido. Años después, en 1865, sufrió un colapso mental y fue internado en un asilo falleciendo el 13 de agosto de ese mismo año.
Finalmente, al desarrollarse la teoría de los gérmenes, su labor fue reconocida. Luego, con el avance en el conocimiento de los antisépticos, su investigación fue finalmente aceptada. Asimismo, en varios países de Europa se emitieron sellos recordatorios y una moneda de 50 euros conmemorativa, de este brillante, pero olvidado médico.