Dilema de la longevidad: ¿Qué nos dice la ciencia?

La longevidad siempre ha sido un tema fascinante. Hoy en día, con todos los avances en la medicina y la tecnología, cada vez vivimos más años. Pero ¿cómo podemos asegurarnos de vivir no solo más tiempo, sino con buena salud? Aquí es donde el dilema de la longevidad se pone interesante. La ciencia nos dice que hay varios factores que influyen en nuestra vida útil: la genética, la dieta, el ejercicio y hasta el estrés. ¿La vejez es solo una cuestión de genes o nuestros hábitos diarios también tienen un papel crucial?

Algunos científicos, como el genetista David Sinclair, creen que el envejecimiento es una enfermedad que podemos tratar. Otros apuntan a la importancia de un estilo de vida saludable para aumentar nuestra esperanza de vida. Comer bien, hacer ejercicio y mantener el estrés bajo control parecen ser claves. Sin embargo, vivir muchos años no siempre significa vivir bien. En países como Japón y España, donde la gente vive más tiempo, el desafío ahora es mantener a los mayores activos y saludables. Así que, mientras soñamos con una vida larga, también debemos pensar en cómo hacer que esos años adicionales valgan la pena. ¿Listo para descubrir más sobre este fascinante dilema? ¡Vamos a ello!

El dilema de la longevidad: David Sinclair y su teoría

Una de las posturas más populares es la de los investigadores que aseguran que “la vejez es una enfermedad” y, por lo tanto, puede ser curada. El genetista David Sinclair, de la Universidad de Harvard, es un firme defensor de esta idea. Según Sinclair, el envejecimiento de un organismo está directamente relacionado con el envejecimiento de sus células. La hipótesis es que si se pudiera retrasar este fenómeno, se podría demorar el deterioro de los órganos y del organismo en general.

Sinclair sugiere una fórmula que todos conocemos: comer menos y mejor, y hacer ejercicio físico constante. Pero ¿es esto suficiente?

Longevidad

Genes, estrés y enfermedades

El bioquímico Alberto Kornblihtt nos da otra perspectiva. Según él, tanto los factores ambientales como los genéticos son decisivos para vivir más. Fabián Norry, biólogo e investigador principal del Conicet, añade que hay genes que influyen en la longevidad, como los relacionados con la insulina y el metabolismo de la glucosa. Las personas con ciertas mutaciones en estos genes tienden a vivir más tiempo.

Otro factor a considerar es el estrés oxidativo. Propuesto en 1956, esta teoría sugiere que la acumulación de daños en macromoléculas inducidos por los radicales libres es un determinante clave de la expectativa de vida. Los radicales libres son moléculas muy reactivas que nuestras células generan, por ejemplo, al respirar. Aunque son necesarias, en exceso generan un estrés oxidativo que daña células y tejidos, afectando así la longevidad.

Estrés

Alimentación y el dilema de la longevidad: ¿qué comer para vivir más?

Kornblihtt nos explica que aquellas personas que vivieron hasta los 100 años probablemente fueron favorecidas por factores genéticos y por una buena alimentación. El microbiota, los microorganismos que habitan nuestro intestino juegan un papel crucial en nuestra salud y longevidad.

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Varios especialistas refuerzan la premisa de que una buena alimentación es clave para retrasar el envejecimiento. La dieta mediterránea, que incluye pescado y aceite de oliva, es especialmente recomendada. Según un estudio de la Universidad de Harvard, el consumo de aceite de oliva en lugar de otros productos como la manteca puede extender la vida. Los resultados de este estudio, realizado en 92 mil voluntarios, mostraron que quienes consumían aceite de oliva tenían un 34% menos de posibilidades de padecer enfermedades letales.

Alimentación saludable

Esperanza y desesperanza de vida

La historia le da cierta razón a Sinclair. En la Edad Media, la esperanza de vida era de 35 años. El acceso a agua potable, condiciones sanitarias y medicamentos ha duplicado esa cifra. Según la División de Población de las Naciones Unidas, la esperanza de vida en el mundo aumentó de 46.5 años en 1950 a 71.7 en 2022. Para 2050, se espera que llegue a 77.3.

En Japón, Suiza, Singapur, España e Italia, la esperanza de vida ya ronda los 83-84 años. Hacia fines de julio, la persona más longeva del mundo era la española María Branyas Morera, con 116 años y 144 días.

Envejecer en España y Japón: el dilema de la longevidad y las sociedades de mayores

Japón es el país más longevo del mundo y se espera que España le siga en 2040. Ambos países enfrentan el reto de la sostenibilidad económica de sus poblaciones envejecidas. La solución japonesa ha sido promover que las personas sigan trabajando después de los 65 años. Atsushi Seike, de la Universidad de Keiō, señala que hasta que no aumente la natalidad, es necesario promover la empleabilidad entre la gente mayor.

La profesora emérita de la Universidad de Tokio, Hiroko Akiyama, sugiere que el siguiente reto es que la esperanza de vida esté comprometida con el resto de la sociedad. Es decir, que las personas mayores continúen siendo una parte activa de la economía y la sociedad.

El reto de la elección: calidad de vida en la vejez

María Teresa Sancho, directora del IMSERSO, subraya que el propósito no es vivir eternamente, sino envejecer bien y a gusto. Los cuidados de las personas mayores son una responsabilidad de todos, y es esencial que estas personas puedan elegir cómo pasar sus últimos años. España alcanzará a Japón como país más longevo en 2040, según un estudio de The Lancet. Ambas naciones tendrán una esperanza de vida media superior a los 85 años. Aunque el envejecimiento es visto como un riesgo para el Estado de bienestar, también representa un gran logro vinculado al progreso social y económico.

Para enfrentar este reto, es crucial promover una vejez activa y reforzar el sistema sanitario, especialmente la Atención Primaria. La Unión Europea ya ha emitido recomendaciones para enfrentar el envejecimiento, enfatizando la conciliación familiar, la juventud, las personas mayores y la inmigración legal. La mayor longevidad exige adoptar medidas para asegurar el bienestar colectivo y minimizar los efectos negativos. La jubilación debe ser un derecho, no una obligación, y es vital incentivar la prolongación de la vida activa y reducir la carga de dependencia que el envejecimiento conlleva.

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