La fascinación de engañar a la muerte, es desde tiempos inmemoriales, una de las mayores ambiciones de los seres humanos. La buscamos a través de la ciencia, la Tierra, el cielo, otros planetas, la genética y la religión.
Esta mítica búsqueda de la fuente de la juventud, nos llevó por todos los caminos imaginables. Sin embargo, la respuesta la hallamos en un pequeño ser gelatinoso, con tentáculos llenos de aguijones, que cuando nos tocan irritan nuestra piel y que flota por los mares libremente: la Turritopsis dohrnii, la «medusa inmortal».
El ciclo de las medusas
Normalmente el ciclo de vida de las medusas es similar en todas las especies (menos una). Las medusas adultas desovan espermatozoides y óvulos, estos se fertilizan y convierten en larvas, que son arrastradas por las corrientes, hasta encontrar una superficie dura, donde se forma una colonia de hidroides, que crecen y luego liberan otras medusas.
Pertenecen al grupo de las Cnidarias, del cual forman parte los corales y las anémonas de mar, cuyos ciclos comprenden nacimiento, desarrollo y muerte. Pero, como toda regla tiene su excepción, la Turritopsis dohrnii, rompe estas normas naturales.
Ciclo de la Turritopsis dohrnii
Esta especie de medusa, mide aproximadamente unos cuatro milímetros y medio (menos que la uña de un meñique), y se caracteriza porque puede revertir su ciclo de vida. Por ejemplo, cuando no puede alimentarse por largos períodos o sufre daños físicos graves, no muere, sino que se contrae, reabsorbe sus tentáculos y, por supuesto, ya no puede nadar.
En esta posición muere, se hunde en el fondo del océano y comienza a descomponerse. En 24 o 36 sus células se reagregan en pólipos, y de éstos surgen nuevos ejemplares. Esto sería comparable a que, en teoría, una mariposa, en vez de morir vuelva a convertirse en oruga y esta se transformara en una nueva mariposa.
El origen de la transformación de la «medusa inmortal», biológicamente es un proceso de regeneración de células llamado transdiferenciación, y es único en el reino animal. A partir de ahí, este pequeño hidrozoo, puede volver a madurar con normalidad y producir nuevas medusas genéticamente idénticas.
Miranda Lowe, curadora principal y científica del museo en el Museo de Historia Natural de Londres dice: «Podríamos estar distraídos viendo medusas mucho más grandes. Sin embargo, las cosas diminutas como esta pueden informar gran parte de nuestra ciencia sobre estos animales» (sic).
Cómo y cuándo se descubrió la «medusa inmortal»
Esta extraña criatura la han detectado en 1883 y catalogada como una especie más de medusas. Sin embargo, no fue hasta casi 100 años después, que accidentalmente se descubrió su inmortalidad.
En 1980 dos estudiantes, el alemán, Christian Sommer (hoy biólogo marino), y Giorgio Bavestrello (hoy Doctorado en Ciencias Marinas de la Universidad de Génova), recolectaron pólipos de Turritopsis y los liberaron en frascos hasta que devinieran en medusas. Al controlar los frascos que las contenían, asombrosamente hallaron numerosos pólipos recientes.
A partir de ahí, pueden volver a madurar con normalidad y producir nuevas medusas genéticamente idénticas, dando origen a la teoría de la «medusa inmortal». Este ciclo, puede repetirse infinidad de veces, y es posible que las Turritopsis dohrnii, nunca mueran de viejas.
Conclusión
La doctora Lisa-Ann Gershwin es una bióloga, bióloga marina, zoóloga, curadora, y taxónoma australiana con base en Launceston, Tasmania, y especializada en el estudio de las medusas, habiendo descripto 200 especies dice: «Es uno de los descubrimientos más sorprendentes de nuestro tiempo» (sic).
Destaca que, en la actualidad no existe ningún vínculo entre los seres humanos y la inmortalidad de las medusas, aunque eso no obsta para que pudiera haberlo en el futuro. Al paso que la ciencia avanza, todo es posible en el campo de la imaginación.